El peligro de ser espiritual

Si queremos reflexionar en torno a la idea de espiritualidad debemos hablar primero de los peligros que la encierran, pero de manera especial de uno que acecha a quienes por las circunstancias que sean están hoy alejados de la fe cristiana. El peligro más recurrente entre los cristianos es la manera como comprenden la noción misma de espiritualidad. ¿Qué entienden por espiritualidad? ¿Quién es en efecto alguien espiritual?

En ese sentido, hay podemos empezar diciendo que la palabra espiritualidad tiene su raíz en la palabra espíritu. Y de manera equivocada muchas personas han puesto en contradicción el espíritu con lo corporal, con lo palpable, es decir, con lo material. Es por esto que muchos cristianos comprenden hoy que la espiritualidad, es algo que entra en conflicto con la felicidad humana, con el goce y el disfrute de la vida. 

Quizá el peligro de ser espiritual radique precisamente en esto último que acabamos de decir. Si ser espiritual, si vivir espiritualmente se entiende como la negación de lo corporal, de la experiencia sensorial, del disfrute de la vida y la felicidad humana, entonces es peligroso ser espiritual. Es por eso, que algunas personas con pocas afinidades con la fe cristiana asocian que ser espiritual es más o menos como cercenar el deseo de progresar y de ser feliz y someterse a una serie de reglas que me privarán de lo terrenal prometiéndome una clase de vida mejor posterior a la muerte.

Queremos aquí reflexionar en torno a lo que acabamos de esbozar, ¿cómo podemos resignificar la espiritualidad? Propendiendo a comprender que ser espiritual se ubica como la capacidad que tenemos de integrar nuestra esencia más humana a la vida del espíritu, es decir, a la vida con deseos de trascendencia, de salir de sí mismo e interesarse por los otros. A una vida entregada a Dios por completo, y no en áreas separadas. Creo que Jesús le apostaba a eso, su cercanía con las personas, su deseo de liberar a las personas de las prácticas religiosas que habían matado la relación con Dios, pero de manera especial de comprender la espiritualidad como un camino de felicidad. Dios desea tu felicidad, y si lo que sea que hoy llamas espiritualidad no te lo proporciona estás viviendo lo peligroso que es sustentar la vida separando lo material de lo espiritual. 

Ciertamente les aseguro que mi Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre. Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre. Pidan y recibirán, para que su alegría sea completa. San Juan 16, 24. 

Pidamos a Dios la capacidad de conocer su amor para que nuestra relación directa con él nos proporcione una alegría completamente llena.

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