JESÚS MANSO Y HUMILDE DE CORAZÓN

En algunas ocasiones los evangelistas llaman a Jesús, Cordero de Dios. Hermoso nombre que designa a un mamífero rumiante de cuatro patas, que en edad adulta es aprovechado para lana, carne y leche. En el evangelio de Juan se le nombra a Jesús como el Cordero de Dios: “Al día siguiente ve a Jesús venir hacia él y dice: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.”(Juan 1, 29).

Pero ¿por qué esta designación?: cuando se nos hablan de ovejas podemos imaginar a animales casi indefensos, que por lo general están en un rebaño guiados por un pastor, ya que pueden ser presa fácil de fieras. Pero lo característico de esto es que las ovejas y sus crías (corderos o corderas), siempre son pacíficas, y dóciles a quien las cuida, se dice que el cordero es el único animal que cuando va a ser sacrificado no hace ruido, ni se rehúsa a su sacrificio, por eso Jesús es el siervo sufriente que se dirige al sacrificio como un cordero: “Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz. Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre. (Filipenses 2, 7-9).

Jesús es el que llevando nuestros pecados, es sustituido por el cordero pascual “Y todo esto sucedió para que se cumpliera la Escritura: No se le quebrará hueso alguno. (Juan 19, 36). Al igual que los corderos en Egipto, sin huesos rotos y sin defectos, que su sangre serviría para proteger a los israelitas de la muerte de los primogénitos, así Jesús se entregó a la cruz: “El animal será sin defecto, macho, de un año. Lo escogeréis entre los corderos o los cabritos. Lo guardaréis hasta el día catorce de este mes; y toda la asamblea de la comunidad de los israelitas lo inmolará entre dos luces. Luego tomarán la sangre y untarán las dos jambas y el dintel de las casas donde lo coman.” (Éxodo 12, 5-7).

Jesús es el cordero de Dios, porque es un hombre manso, bueno, dócil a la voluntad del Padre, nos ha dado un gran ejemplo de lo que es la entrega, la humildad, y la bondad, y sólo en él se puede hallar descanso a nuestras vidas: “Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.” (Mateo 28, 30).

El cordero de Dios es sin duda nuestra paz, por eso el camino de negarnos a nosotros mismos, dejando de la lado el orgullo es el camino para ir a él, camino que es la recompensa a nuestro esfuerzo por obrar virtuosamente. Aprendamos de él que siendo Dios viene a ser visible el servicio y el amor a los demás: “Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros.”(Juan 13, 14-15). Es momento de tener un corazón manso, humilde, puro lleno de recta intención, un corazón semejante al de Nuestro Señor, pidamos cada día a Él y digámosle: ¡Señor dame un corazón manso y humilde como el tuyo, limpio, lleno de amor, manso como un cordero, lleno de esperanza para poder contemplar ese corazón que es la plenitud del amor y de la misericordia. Amén.

Vea También (Especial de las Madres)

 

 

 

 
Compartir
Entradas relacionadas