Espiritualidad para insatisfechos.

Este sugestivo título corresponde a un increíble texto de José María Castillo, sj. En él nos cuenta cómo esta experiencia de fe se puede traducir en un camino sencillo, vívido y alternativo que permita que quienes en algún momento nos hayamos sentido insatisfechos con la fe cristiana podamos encontrar una propuesta distinta. 

Ahora bien, partimos del hecho que quien lee este artículo en alguna ocasión ha podido experimentar algún tipo de insatisfacción con la vida de fe en parroquias, comunidades, etc. Si no, probablemente conocemos a alguien que seguramente ya no le encuentra sentido a las pesadas estructuras religiosas.

En todo caso, la reflexión a la que queremos llegar basados en la lectura de Castillo está enfocada en evidenciar cómo incluso quienes se sienten insatisfechos con la fe cristiana tienen un deseo profundo de espiritualidad. Castillo en su texto menciona cómo la espiritualidad ha venido perdiendo terreno en la vida de las personas cuyo mayor interés siempre ha sido trascender. Esto probablemente a causa de las estructuras religiosas con las que cargamos hoy, también a lo pesado que se ha vuelto ser cristiano en los últimos tiempos. 

Pareciera que Jesús hablara hoy a estos cristianos insatisfechos (o no cristianos) diciéndoles: Vengan a mí todos ustedes que están cansados de sus trabajos y cargas, y yo los haré descansar. Acepten el yugo que les pongo, y aprendan de mí, que soy paciente y de corazón humilde; así encontrarán descanso. Porque el yugo que les pongo y la carga que les doy a llevar son ligeros. Mateo 11, 28- 30. 

En el trascurrir de este siglo sigue siendo actual este pasaje del evangelio, Jesús intentando por las grietas hacernos saber que no se trata de llevar cargas religiosas pesadas, sino que se trata de descansar en él, aprender de él; pero sobre todo se trata de amar: su carga es el amor. La espiritualidad para insatisfechos tiene que ser amar, dejar a un lado la pesada Ley y vivir la vida de la gracia a través del amor inagotable de Dios. Les doy este mandamiento nuevo: Que se amen los unos a los otros. Así como yo los amo a ustedes, así deben amarse ustedes los unos a los otros. Si se aman los unos a los otros, todo el mundo se dará cuenta de que son discípulos míos. Juan 13, 34-36.

Bibliografía

Castillo, J. M. (2011). Espiritualidad para insatisfechos. Editorial Trotta.

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