Martes – Semana 20 del Tiempo Ordinario.
El don de la salvación
San Mateo 19, 23-30
“Entonces, ¿quién se podrá salvar?”
La frase “entrar en” (el Reino de los Cielos… la Vida eterna) sigue repitiéndose constantemente: los niños fueron puestos como modelo de quien sabe dar ese paso, el joven rico deseaba dar el salto cualitativo. Ahora se profundiza en este punto.
Los discípulos, como sucedió cuando Jesús hablo de las exigencias del matrimonio desde la perspectiva del Reino, de nuevo quedan desconcertados con la severidad de las exigencias de Jesús: “Entonces, ¿quién se podrá salvar?” (19,25). Esta interpelación deja en el aire la pregunta: ¿No estará pidiendo demasiado? ¿Qué sentido tiene todo esto?
¿Será posible vivirlo?
En el diálogo que Jesús entabla con sus discípulos, justo en el momento en que se va marchando el joven rico, va respondiendo a todas estas cuestiones:
- Es difícil pero es posible si se sabe decidir
Jesús mismo admite que es “difícil” pero nunca dice que sea imposible. Con el ejemplo paradójico y gracioso –¡qué buen humor el de Jesús!- de un camello que pasa por el ojo de una aguja se insinúa que en cuanto una persona esté apegada a su riqueza no podrá
entrar en el Reino de los Cielos. Por lo tanto tendrá que escoger, y esta decisión depende exclusivamente del interesado. Para una persona apegada a sus bienes le queda planteada la pregunta: ¿Qué es lo más importante para ti? - La salvación es un don de Dios.
“Para los hombres eso es imposible, mas para Dios todo es posible” (19,26b). Frente a la impotencia humana brilla la omnipotencia de Dios. Nadie se salva a sí mismo, la salvación es un don de la misericordia de Dios. Se salva quien tiene corazón abierto para acoger la gracia. - La renuncia por el discipulado tiene sentido
A la reacción de Pedro, por la cual pone de presente que él y sus compañeros dieron este difícil paso, Jesús responde con el anuncio del nuevo horizonte de bendición y plenitud que le aguarda a todo discípulo que ha hecho la opción. Jesús describe el futuro con dos imágenes:
(1) Su rol futuro se verá en la participación en el día final en el juicio en calidad de jueces:
“Os sentaréis también vosotros en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel”
(19,28).
(2) Los que dejaron todo reciben todo y centuplicado, pero el más importante de los dones es la “vida eterna”: “recibirá el ciento por uno y heredará la vida eterna” (19,29).
No hay que perder de vista que el Reino invierte las situaciones. El discipulado se inserta dentro de este giro fundamental que la obra de Dios realiza en el mundo: no son los primeros y los más poderosos del mundo sino los últimos, los que han dejado atrás sus bienes precisamente por causa de Jesús los que llevan la delantera.
Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
- ¿He llegado a pensar alguna vez que Jesús es demasiado exigente?
- ¿Por qué es necesario desapegarse de la riqueza para entrar en el Reino de los
Cielos? - ¿Cómo se ha realizado la promesa de Jesús en mi caso particular? ¿Veo en mi
comunidad de fe un don del Señor que corresponde a su promesa para quienes lo
dejan todo y lo siguen? ¿Qué hago para que mi comunidad sea anticipo del mundo
futuro?