Hay que volver a las fuentes.

Michael Foucault, un pensador francés, dictó una serie de clases en 1978 en el famoso ‘Collège de France’, las cuales fueron tituladas como: Seguridad, territorio, población. Estas han llegado a nuestros tiempos gracias a las grabaciones de estas y, las transcripciones que hicieron algunos de sus alumnos.

Se dice que las clases magistrales de este hombre eran tan grandiosas que: una vez dentro del auditorio, Foucault, no se podía mover de su escritorio debido a la cantidad de grabadoras que ponían por todo lado pues, la asistencia era tal que muchos se quedaban fuera.
Dentro de ese marco, en la Clase del 1º marzo de 1978, el pensador francés hace referencia al pastorado cristiano, especialmente a algo que denomina ‘rebeliones de conducta’ o ‘contra conducta’. No he de entrar en lo que ello significa, pero sí, en una serie de referencias históricas a la que él alude dentro de la historia del cristianismo. Y que seguramente tiene mucho que decirnos hoy en día.

i) el ascetismo, el cual se caracterizó por una vida obligante común (la norma o la regla), la jerarquización dentro de los monasterios (novicio, monje, abad.) y una obediente renuncia no solo a la carne (el cuerpo) y el mundo sino, fundamentalmente, a la voluntad personal, (hacer la voluntad de Dios mediante las órdenes de los superiores). Aun así, se suponía que era el asceta quien determinaba el dolor que debía infringirse y con ello sentaba el precedente para que otros puedan imitarle e incluso superarle; ii) las comunidades religiosas, se caracterizaron porque aparecen como una salida a la ‘desviación’ y con la intención de ‘potenciar’ un determinado aspecto dentro de la vivencia del cristianismo (carisma), su principal elemento constitutivo era que se regían por sus propias reglas; iii) la mística, que es una experiencia tan personal que se ve el alma así misma en Dios, excluyendo con ello a los mediadores como los sacerdotes, los sacramentos, la doctrina, etc.; iv) el acceso a la sagrada escritura, ella en sí misma no requiere de la intermediación del pastor, pues, es un acercamiento directo que permite al fiel una mejor relación con Dios; v) la creencia escatológica, dado que se acerca la venida de Cristo, ya no se requiere ningún tipo de mediación, dado que él es sumo sacerdote y único pastor.

Con esto, no quiero indicarles que abandonen la Iglesia o dejen de creer en sus pastores. Por el contrario, esta es una invitación a tomar parte dentro de ella, a tener un papel activo y no pasivo. Estas rebeliones de conducta o contraconducta marcaron hitos y dieron oxígeno a la comunidad cristiana en su tiempo, por tanto: ¿no creen que es hora de que seamos pulmones? (Dentro del cuerpo de la Iglesia)¿No es hora de que nuestros actos creen puentes hacia Dios, hacia su amor?.

Como lo decía –reiteradamente– el papa Benedicto XVI: Hay que volver a las fuentes. Si hacemos memoria, estas han sido fuentes de salvación para los cristianos: Un ascetismo que nos lleva a ser más desprendidos del mundo; Unas comunidades religiosas que marcan una hoja de ruta mediante el carisma y el servicio; Una mística que recarga y da vida; Un acceso o lectura de la palabra que enriquece el espíritu y el alma; Por último, una creencia escatológica que nos compromete a construir el reino de Dios en la tierra, a partir, de la fe, la esperanza y la caridad.

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