Seguir a Jesús, hacerse su discípulo, es ponerlo en el centro de la propia existencia.
Y ponerlo en el centro significa redefinir todas las relaciones, dándoles consistencia y valor, pero también limites y oportunidades.
Ninguna mujer, ni hijo, ni satisfacción, dice Jesús, puede colmar el infinito deseo de amor que habita nuestro corazón y que sólo Dios puede llenar!
Tenemos esta vez una enseñanza de Jesús que habla de radicalidad, una radicalidad basada en el discernimiento y la elección.
Te invito a analizar el texto.