“Se entra en oración como se entra en la liturgia: por la puerta estrecha de la fe. A través de los signos de su presencia, es el rostro del Señor lo que buscamos y deseamos, es su palabra lo que queremos escuchar y guardar.” (C.I.C. 2656) Sin fe es imposible vivir esta comunicación y diálogo que es la oración para el creyente, si no se cree que Dios es quien quiere comunicarse y dialogar con nosotros, que su Palabra es viva y eficaz, que nos escucha, que nos presta toda la atención a nuestra oración, no se darán los frutos que trae cuando realmente estamos convencidos que estamos en comunicación y comunión con Dios en la oración.
La fe fue vital para la relación de Dios con los patriarcas, Abraham, Isaac y Jacob, con Moisés, con los jueces y los profetas, en fin para todo creyente es importante tener esa certeza en su interior de la comunicación con Dios, ya que sin ella nada se puede lograr, ni comprender desde la óptica de Dios.
“El Espíritu Santo nos enseña a celebrar la liturgia esperando el retorno de Cristo, nos educa para orar en la esperanza.” (C.I.C. 2657) Esperanza que se ve no es esperanza nos dice San Pablo, desde nuestra experiencia de oración esperamos en lo que Dios manifiesta y anuncia desde ella, sobre todo esperamos en la resurrección de la carne y en la segunda venida del Señor, en nuestra cotidianidad esperamos en las manifestaciones de la providencia y la gracia de nuestro Señor, quien tiene la fe necesaria sabe que debe confiar en Dios, debe vivir en la espera activa, que las situaciones difíciles de la vida, se resuelven en el tiempo de Dios, a su manera, que muchas veces no es como nosotros imaginamos que será.
“La oración, formada en la vida litúrgica, saca todo del amor con el que somos amados en Cristo y que nos permite responder amando como Él nos ha amado. El amor es la fuente de la oración: quien bebe de ella, alcanza la cumbre de la oración…” (C.I.C. 2658) Vivir la oración implica entrar en una relación profunda de amor con Dios, ya que Él nos ha amado tanto que no ha hecho otra cosa que amarnos en sí mismo, en Jesús su Hijo, en su Espíritu. Por esto la oración debe permitir al creyente dejar fluir todos los sentimientos que en la comunicación con Dios, a través de estos momentos de oración, el amor de Dios fluye de forma incontenible, Él nos sana, nos libera, nos transforma, su Amor es un bálsamo, es una medicina que cura nuestra alma, cuando vamos a su encuentro en la oración, ahí le manifestamos todo lo que sentimos, al mismo tiempo Él nos expresa de forma inexplicable todo lo que siente por nosotros.
Las virtudes teologales, la fe, la esperanza y el amor deben estar presentes en cada espacio de oración, que tenemos, la fe para tener la confianza y el abandono en la voluntad del Padre, la esperanza, para estar seguros que El vendrá todo lo mejor para nuestras vidas, en su tiempo y a su manera, y el amor que nos asegura que está con nosotros, que nos escucha, nos ama y nos responde.