Déjenme hablarles a ustedes, solos.
Déjenme que les hable de lo que yo sé hablar,
de lo que yo quiero hablar.
Hablemos del amor de Dios.
Un acto de amor a Dios vale más que un lucero.
Un acto de amor a Dios vale más que la paz universal.
Un acto de amor a Dios vale más que todos los proyectos,
que todos los éxitos, que todos los triunfos.
Hablemos del amor de Dios.
Yo quiero hablarles de Ti, Dios mío.
De tu infinito amor, de tu infinita belleza,
de tu infinita ternura.
Quiero invitarlos a todos al amor.
Quiero invitarlos a todos a sumergirnos
en el abismo de Dios, de su infinita grandeza,
de su infinito perdón, de su infinita misericordia.
P. Rafael García Herreros