No existen familias perfectas, diría que existen familias únicas en el mundo. En este caso, para cada uno de nosotros nuestra familia es especial, porque sin importar los malos momentos o las dificultades que se presenten siempre van a estar ahí.
Cuando era niño y cometía alguna travesura me castigaban, y yo peleaba, discutía y me molestaba y solo deseaba que esa no fuese mi familia, e incluso llegaba a decir que los odiaba, son solo pensamientos que pasan por nuestra mente en ese instante de ira. Pero si nos detenemos a pensar en cada uno de los que hacen parte de nuestra familia estoy seguro que no cambiaríamos a ninguno, porque sencillamente son especiales.
Nuestra familia es perfecta, porque a pesar de las peleas, discusiones, diferencias, sabemos caminar juntos. Es grandioso ver como mamá entiende a cada uno de los que viven en casa, conoce los gustos de todos, color favorito, comida, ropa, helado, sabe cómo consentirnos, nos conoce muy bien. Igualmente, papá, sabe cómo sacarte una sonrisa, sabe regañar y a la vez perdonar. Y que de aquellos hermanos mayores los cuales te someten a que les seas su sirviente si eres menor, o tu si eres mayor como te aprovechas de tus hermanos menores, y a pesar de estas situaciones sabes amarlos y cuidarlos.
Recordemos aquellos instantes vividos, aquellas anécdotas que jamás olvidarás, travesuras que mamá y papá recordarán con una sonrisa de lado a lado. Es una familia perfecta así no estés de acuerdo con lo que dicen, es una familia perfecta así no tengas todas las cosas necesarias. Si vamos más allá y recordamos la familia de ‘Nazaret’, podemos ver que es una familia sencilla, amable, cariñosa, sobre todo llena de amor, no tienen lujos ni nada por el estilo, son una familia perfecta que en medio de cualquier situación no tan buena saben vivir y expresar el gran amor que debe existir en cada hogar.
Es en casa donde aprendemos a ser solidarios, fraternos, es allí donde no existen máscaras, es allí donde somos lo que somos, es allí donde nos aceptan tal cual somos. Dejemos que Dios sea quien nos una día a día, y permitamos que Él nos enseñe a amar sinceramente.
Es necesario que el amor se exprese en casa, es necesario que nos demos un abrazo, que al despertar le regalemos una sonrisa acompañada de un buenos días, que al momento de ir al trabajo o ir a estudiar nos despidamos y que mamá o papá nos den su bendición. Y que al llegar a casa sea un motivo de alegría porque vamos a encontrarnos con el calor de hogar, donde nos sentimos amados y protegidos, un lugar en el que vamos a encontrar una taza de café y un pedazo de pan y una sonrisa amable de aquellos quienes nos aman.
Nuestra familia es perfecta porque Dios nos ha colocado en ella, lo que nos hace entender que lo que verdaderamente importa en la familia es la comunicación es la capacidad de abrazarse, sostenernos, acompañarnos, descifrar las miradas y los silencios, reír y llorar juntos, entre personas que no se han elegido y que, sin embargo, son tan importantes las unas para las otras.