Al entrar a hablar del mundo de las adicciones – la que sea- puede ser algo, difícil, puesto que dar una palabra o consejo es muy fácil, o a la vez sentarnos a criticar, pero la persona que está sumergida en ese mundo, vive otra realidad, que muchas veces no comprendemos y pensamos que es algo muy fácil de dejar, pero nunca nos ubicamos en los zapatos de estas personas.
Criticar o hablar desde una zona de confort es muy sencillo, se buscan los problemas, se investiga algo en internet y se empieza charlar con los que están a su lado, pero nunca se sientan dialogar con los que están en este mundo, y ese es el primer error, puesto que no se enfrentan con la realidad y lo más triste no comprenden a cada joven o adulto que ha caído en este mundo de las adicciones.
En muchos testimonios que he escuchado, afirman que son varios los motivos por los que las personas se tropiezan con las adicciones, ya sea por problemas familiares, la curiosidad en los jóvenes, por aventuras, y en otros los obligan a tener un mercado.
Muchos desean salir, y quieren salir corriendo de aquello que les consume la vida, pero tristemente esto se ha hecho fuerte y se necesita de tiempo, voluntad y apoyo, para poder salir adelante, de este mar de oscuridad que hunde la vida de muchas personas, y no sólo la de aquel que está implicado con cierta adicción, también se opaca la vida de su familia.
En todo esto me atrevo afirmar que hay algo más fuerte que cualquier adicción, es una persona que está llena de amor y misericordia, me refiero a la persona de Jesús, aquel que se acerca a cada uno de los que han tropezado con estas drogas y demás, aquel que no los juzga y que tan solo los ama infinitamente, aquel que los perdona.
Es Jesús más fuerte que todo lo que imagines, es Él, quien rescata a la persona que sea del fondo del abismo, es quien camina, levanta y acompaña para salvar la vida de los que ama. A la vez nos invita a tener sus mismas acciones, de ayudar a estas personas que necesitan de nuestro apoyo y sobre todo de nuestro amor. Antes de criticar a una persona que está en ese mundo, acércate y escucha o tan solo da un abrazo y acompáñalo.