Lunes – Semana 17 del Tiempo Ordinario.
De cara a los inmensos desafíos de la evangelización
San Mateo 13, 31-35
“Publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo”.
Como hemos visto, las parábolas del Reino nos educan en el discernimiento cristiano. Pero hay que tener presente que dicho discernimiento no hace solamente en el campo individual sino también comunitario. Efectivamente, la de Mateo, parece ser una comunidad eclesial en estado de discernimiento (un tema que vale la pena explorar ampliamente).
Cuando se examinan las parábolas se va notando cómo allí también está impregnado un retrato de la comunidad (o comunidades) que las escuchaban. Estas comunidades necesitaban de animación, para que la semilla creciera adecuadamente y expresara todo su vigor, para que otras semillas nocivas también fueran detectadas a tiempo y adecuadamente trabajadas.
Hoy nos encontramos con dos situaciones típicas de la vida comunitaria:
(1) Creer en el valor de lo pequeño (13,31-32)
La imagen de la semilla de mostaza es útil para mostrar algo que parece insignificante. La pregunta lógica es: ¿de esto tan pequeño puede brotar algo de calculable importancia? La primera impresión parece irse por lo negativo.
Pero el Reino es precisamente así: siempre comienza por acciones pequeñas, muchas veces casi invisibles y por lo tanto sumamente frágiles. Una comunidad en estado de discernimiento debe saber detectar la fuerza de lo pequeño que está brotando dentro de ella. Se trata de acciones, de iniciativas, de personas concretas que hay que valorar.
(2) Creer que se podrá transformar el mundo (13,33)
Cuando se hacen análisis de la realidad en función de la pastoral, con alguna frecuencia se escuchan suspiros desconsolados de este tipo: ¿pero qué vamos a lograr nosotros frente a tamaños desafíos? Y entonces el escepticismo, uno de los pecados más graves en la pastoral, nos invade y se paralizan muchas acciones, la capacidad de inventiva y de riesgo.
La parábola de la levadura retrata el sentimiento desproporción que se acaba de mencionar. Pero la comunidad de los “pequeños” del Reino tiene la fuerza del evangelio que es suficiente para fermentar toda la masa. El Reino puede llegar con su capacidad penetrante a todas las realidades humanas, aún las más escondidas y difíciles, para realizar su obra.
Es importante recordar que el Reino está hecho para llegar a todos.
Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
1. ¿Qué desafíos de la realidad actual me parece que son los más difíciles? ¿Frente a qué situaciones he llegado a sentirme incapaz de hacer algo en nombre del Reino?
2. ¿Cuál es la enseñanza central de las parábolas del grano de mostaza y de la levadura? ¿La comunidad en la que vivo también necesita ser motivada, incentivada, animada para que no pierda la confianza frente a aquello que parece desbordar sus capacidades de transformación?
3. ¿Qué actitudes deben caracterizar a una comunidad misionera?
“Sólo la oración continua nos permite superar los desalientos, los lamentos, las inútiles autoculpabilizaciones o las culpabilizaciones, las súplicas, llevando todo a la fuente verdadera… Si entramos por el camino de la oración continua… nos será mucho mejor acercarnos a la gente… Esta es la vía por la que el Señor quiere hacernos entender que es Padre para nosotros, que nos hace hijos, que introduce en nosotros la semilla de la caridad y la hace germinar y crecer pese a las espinas, pese a la cizaña, los obstáculos, las piedras que intentan sofocar en nosotros ese don”
(Cardenal Carlo María Martini)