Muy a menudo, se escucha la queja de muchas personas, que quizá atraviesan por momentos difíciles, y expresan : “es imposible superar esta situación”, “no tengo fuerzas para seguir adelante”. Así también pensamos muchos de nosotros, cuando nos enfrentamos a situaciones límite, sin embargo; lo que no sabemos es que tenemos un Dios que consciente de lo frágiles que somos, siempre nos respalda, nos da sus fuerzas para seguir adelante, cuando creemos que es imposible solo su gracia nos basta, como lo dice el apóstol Pablo: “Pero él me dijo: “Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza”. Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo.” (II Corintios 12, 9).
Es justo en la debilidad, cuando las cosas parecen perdidas, cuando no se ven horizontes de esperanza, aún, cuando nadie nos respalda, es en ese preciso momento donde nuestro Padre nos socorre, ayuda y sostiene. Piensa en nosotros y nos da su total respaldo, da fuerzas a los que se sienten frágiles. No es garantía ser joven o tener valentía, pues los que ponen su confianza en Dios, y esperan en su amor, se renuevan como las águilas: “Que al cansado da vigor, y al que no tiene fuerzas la energía le acrecienta. Los jóvenes se cansan, se fatigan, los valientes tropiezan y vacilan, mientras que a los que esperan en Yahveh él les renovará el vigor, subirán con alas como de águilas, correrán sin fatigarse y andarán sin cansarse.” (Isaías 40, 29-31).
A cada momento repitamos; ¡Como Dios no hay nadie!, pues Èl es nuestra fuerza, nuestra liberación, nuestro escudo y salvación: “Dijo: Yo te amo, Yahveh, mi fortaleza, (mi salvador, que de la violencia me has salvado). Yahveh, mi roca y mi baluarte, mi liberador, mi Dios; la peña en que me amparo, mi escudo y fuerza de mi salvación, mi ciudadela y mi refugio. Invoco a Yahveh, que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos.” (Salmo 18, 2-4).
Es tiempo de confiar, abandonarse en las manos de Dios, quien tiene el poder, lo puede todo, y hace para el bien de los que le aman: “Amos, obrad de la misma manera con ellos, dejando las amenazas; teniendo presente que está en los cielos el Amo vuestro y de ellos, y que en él no hay acepción de personas. Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en la fuerza de su poder.” (Efesios 6, 9-10).
Confiemos y creamos que tenemos un Dios poderoso, que nos da su gracia, su apoyo, que está pendiente de sus hijos, su amor es tan grande que hace acepción de personas. Luchemos, caminemos de su mano, porque aunque no le veamos, o percibamos, siempre está a nuestro lado, Èl es un Dios de victoria, y quiere que sus hijos también sean triunfantes: “¿No te he mandado que seas valiente y firme? No tengas miedo ni te acobardes, porque Yahveh tu Dios estará contigo dondequiera que vayas.” (Josué 1, 9).