Alegres

En este tiempo nos encontramos en un tiempo de esperanza y alegría, en el que hacemos un balance de los frutos de nuestra vida material y espiritual, de la oración y por ende, como lo enseñó Jesús, de la acción porque la oración va unida a la acción (Lc 11, 1-13).

El diálogo con Dios en este tiempo a través de su Palabra, los ejercicios propios del adviento y las tradiciones crean un ambiente propicio para disponer nuestro corazón como lo invita el papa Francisco crear un nuevo Belén y contemplar en las estrellas, la noche, las ovejas, los pastores, la mula, el buey, María, José y Jesús, la obra redentora que no se limita a convocar a unos pocos, sino que nos hace participes a todos, para llenarnos de la alegría y la ternura.

Esta preparación va cambiando nuestra manera de ver la vida, limpia nuestra mente, nuestro corazón hasta nuestro pasado,  para dejar el egoísmo, y salir alegres a ser reflejo e instrumento de Dios «a obrar», conscientes de que somos hijos de un mismo padre y podemos servirlo siempre, no solo en esta época, en los hermanos y hermanas más vulnerables, que finalmente son todos los que nos rodean (Mt 25, 31-46).

Contamos con el tiempo para escuchar la invitación a rendir nuestra vida, para nacer de nuevo junto al maestro del verdadero amor “Jesús”, para  reconocer su presencia en los pequeños que luchan cada día por vivir, en el hermano que carece de afecto aunque tenga muchos bienes materiales, en los padres que luchan por brindar un futuro mejor a sus hijos, en el joven que en medio de su euforia necesita de alguien que lo escuche y oriente, en el abuelo o la abuela que solo quiere que ser escuchado y valorado, porque definitivamente reconocemos que hay más alegría en dar que en recibir.

En pocas palabras, en este tiempo retomamos la bandera de la alegría que viene de la fuente del verdadero amor, que se transforma en acción, para cada actividad, sueño o, por más pequeño o grande que al contar con la presencia de Dios Padre tiene mayor posibilidad de empezar, mantenerse y llegar a buen término con él.

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