Siempre decimos que cada quien tiene una misión en este mundo, y toda misión esta orientada hacia el bien, la justicia, la unidad.
Emprender el camino de nuestra misión no siempre ha sido fácil, llenos de miedo ante la incertidumbre de la misma, temerosos de fallar en el intento, llenos de inseguridades y nos detenemos.
Caminos llenos de contrariedades; aquellos que han decidido emprender el camino son detenidos tantas veces por quienes deberían ser apoyo e impulso para seguir adelante, son tantas veces, hasta rechazados, por quienes teniendo autoridad, y en virtud de ella pretenden decidir por la vida de otros.
La belleza en el camino del seguimiento a Jesús, está en el dinamismo de las experiencias que alternan el camino con los altibajos formados por valles y montañas. La belleza del camino está en la aventura con un final desconocido en el tiempo, que nos permite vivir, entre luces y sombras, un día a la vez y sin afanes, con la certeza de que no estamos solos, porque la presencia de Jesús es veraz, da seguridad a pesar de tantas dudas.
Hay que seguir adelante y no tener miedo de invitar a otros, porque aunque parezca lo contrario, la misión no termina, simplemente se transmite. Jesús debe salir de este mundo para ir al Padre y la misión del Reino debe continuar en manos de otros, la misión ahora esta en tus manos, y después en las de otros… ¿ya sabes quien tomará tu volante cuándo, como Jesús debas salir de este mundo?
Las zorras tienen madrigueras, pero quien se suma a dar continuidad de la misión de Jesús le tocará enfrentarse a la realidad de no tener donde reclinar la cabeza. La misión ahora es tuya, la construcción del Reino te toca hoy a ti, pero no buscando prestigio o comodidades, no es que te sumas a la causa del Reino buscando vivir en un palacio.
Jesús te puede llamar, incluso en un momento de tristeza y dolor, pero no quiere excusas, te quiere vivo entre los vivos anunciando el Reino de Dios.
Ya vas de camino siguiendo las huellas de Jesús, sigue adelante dejando también las tuyas, alguien ira detrás buscado al que tu sigues, pero ten cuidado con la tentación de voltear a ver el número de seguidores que vienen detrás. Adelante, siempre adelante, una mínima distracción corre el peligro de comprometer el alcance del Reino.