A veces tenemos la noción, que la misión evangelizadora, solo puede realizarse si vamos a algún inhóspito lugar, sin embargo, esto se puede volver un pretexto, ya que se puede misionar en cualquier ámbito de nuestras vidas; en nuestra casa, en la calle, en donde estemos.
Pero, ¿cómo misionar en nuestra vida diaria?, para responder esta pregunta, basemonos en una frase de San Francisco de Asís, que dice:
“Predica el evangelio en todo momento, y cuando sea necesario utiliza las palabras”. El gran Santo de Asís, nos enseña que no necesitamos discursos extensos, para que la gente sepa de la existe un Dios, quien verdaderamente nos ama y nos enseña por medio de su palabra a ser felices. No se necesita ir, por ir al áfrica, o a lugares lejanos, y aunque allí se requieran misioneros, lo que Dios pide a nosotros es es que brillemos desde donde estemos.
¿Brillar desde donde estemos?, esto significa que nuestro proceder sea sin fingimientos, limpio y puro, que en todo lo que hagamos se note que amamos a Dios, en el trato con los demás, con nuestras palabras y acciones. No estamos solos tenemos el Espíritu Santo que no dará la fortaleza para seguir adelante: “Sino que recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.» (Hechos 1, 8).
La verdadera misión es decirle al mundo que tenemos esperanza y fe, que todo saldrá bien, que hay un Dios todo poderosos que nos sustenta, alienta e incentiva con su palabra, a seguir adelante.
Brillar desde donde estemos, es dar testimonio de Jesús incluso con nuestra propia vida, pues teniendo su amor no hace falta nada más: “No nos cansemos de obrar el bien. que a su tiempo nos vendrá la cosecha si no desfallecemos. Así es mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe.” (Gálatas 6, 9-10).