Siempre he escuchado que lo ideal de todo aquel que sigue a Jesús de Nazaret, es abandonarse en su presencia, en su amor, confiar sin medida y sin temor. Desde mi experiencia lo he visto fácil, porque sé que Jesús nos ama y siempre está a nuestro lado. Confiar y lanzarme en sus manos, es sencillo, pero a la hora de la verdad me ha costado, he dudado, y se lo he dicho en nuestros diálogos -oración-, que deseo lanzarme abiertamente, pero al enfrentarme con diferentes realidades, mi duda crece y me detengo, me da temor, me ha costado dar ese paso totalmente.
Todo este temor se lo manifesté a mi director espiritual, y lo que él me hacía reflexionar es que aquellos miedos siempre estarán y que es normal sentirlos, vivirlos y hasta experimentarlos; lo que no puede pasar es que eso sea más fuerte para dar un paso, que aquello que nos atormenta no puede hacernos desviar la mirada en Jesús.
Ante estos sucesos debemos seguir en una constante oración, de saber acercarnos así no sintamos nada, nunca debemos desistir hasta llegar al punto de abandonarlo todo, pero esto se logra, si estás hablando con Jesús en cada momento. Me decía mi director espiritual, que para abandonarse en Jesús, tan sólo debes acercarte cómo se hace con nuestros amigos, primero lo ves y poco a poco vas hablando y con los días y el tiempo puedes empezar a confiar tu vida, tus secretos, lo que te gusta y cuáles son aquellos sueños que deseas. Con Jesús pasa igual, poco a poco en tus encuentros le vas conociendo y entregando todo, hasta el punto de abandonarlo todo en su ‘amor.’
Nuestra tarea es sencilla, todo depende de ti, en si te quedas con aquellos miedos y temores de abandonarte en el amor de Jesús, o si lo buscas día a día hasta que llegues al punto de lanzarte al abismo de su amor sin ningún problema. Pongámonos a la tarea de buscar a Jesús, que en él podamos confiar y sobre todo que sea nuestro amigo con el que damos un paso cada día.
