Palabras de… Carlos que está solo en cuarentena.

         Llevo viviendo en Bogotá ya más de unos siete años, todo por buscar nuevas oportunidades de trabajo, por esta razón abandone mi pequeña ciudad en la que es un poco difícil encontrar trabajo, si no tienes buenas relaciones o amistades, es complicado que encuentres algo estable, la verdad no me gusta estar mucho en esos grupos, siempre se termina debiendo favores que en el momento menos esperado llegan a pedirte que hagas algo por estas  personas. Así que un día decidí tomar nuevos rumbos.

         Mi nombre es Carlos, tengo 37 años, y acabo de salir de una relación, que duró más de tres años, no fue fácil superar todos los momentos que vivimos, pero las cosas no fueron como se esperaba y tristemente todo llegó a su fin. Inicio contando todo esto porque terminamos hace dos meces y me encuentro solo en esta inmensa ciudad, sin ningún familiar, sumándole a esto, ya llevo un mes y unos cuantos días más en cuarentena por cuestiones del virus – Covid-19-.

        Al iniciar la cuarentena no había problema, hice mi mercado, pague las facturas y sobre todo Netflix, para poder ver aquellas series que había prometido ver hasta el final, siempre las dejaba a la mitad por falta de tiempo, este era el momento perfecto. A la vez compré cuatro libros, ya me he leído dos. Pero ya con los días, poco a poco las series y películas ya me están aburriendo. Lo más complicado es que todos los planes se me están acabando, y sentir el vacío de este pequeño apartamento ya no me esta gustando, antes lo compartía con mi exnovia, tal vez sería más llevadero este encierro.

        Estaba arreglando unas cosas de mi cuarto y me encontré con unos detalles que me había regalado mi exnovia, lo cual revivió  algunas heridas de las que ya no quiero saber más, me da nostalgia pensar en ello, todo lo guarde en una caja para ver si eso me ayuda a tratar de olvidarla por completo. 

      Todo este encierro me ha llevado a extrañar a mi Mamá Graciela o cómo le dicen los del barrio Gracielita, la llamo cada día, pero no es igual, quiero verla, pero solo me toca por fotografías, ella no tiene un celular con cámara, eso me llena de tristeza. En cada conversación siempre me pregunta, cómo está?, y le respondo que muy bien, pero sé que ella siente mi aburrimiento de estar acá. 

        La extraño demasiado, y esto me ha llevado a desear aprovecharla al máximo, de valorar lo que tenemos en nuestra vida, no saben cómo deseo un abrazo y caricia de sus manos arrugadas, que me reciba con una sonrisa, que me consienta los cachetes – mejillas- porque aún soy un niño para ella y me gusta sentirme así. Deseo sentir su aroma y acompañarla en sus compras al mercado o ir a comprar bolas de lana para que se siente a tejer mientras ve sus novelas. 

        Desde la distancia le mando un abrazo fuerte a mi hermosa Gracielita y de verdad prometo que apenas acabe esta cuarentena iré como niño desesperado en busca de sus brazos y caricias. Así cómo he pensado en mi Madre, invitó a todos a valorar lo que tenemos me refiero siempre a los buenos sentimientos que las personas nos regalan, en este caso el amor de mi Mamá.

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1 comentario
  1. Paola Andrea

    Me encanta tu historia! Llena de sentimiento y detalle!

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