En ocasiones parece un requisito juzgar al otro para poder aceptarlo y amarlo. Considero que aún nos falta empatía, de estar en los zapatos de los demás, nos hace falta tener un corazón abierto a aceptar al otro tal cual es, no por la cosas que tiene o por un estatus social, se debe ir más allá, amar al leproso como lo hacía Jesús, acercarse a la prostituta y al pecador sin juzgarlos, acercarse con amor y cariño.
No te fijes en lo externo de las personas, mira lo que hay en su interior, mira su realidad y si es posible acércate, levántalo, y acompáñalo con amor en sus dificultades. Amar, también es escuchar, dar un abrazo, alimentar a tu hermano, por ello, te hacemos la invitación de amar sin juzgar al otro.