Medalla de San Benito ¿Magia o bendición?

Muchos conocen a San Benito por la medalla que lleva su nombre, o por ser el patrono de Europa proclamado por Pablo IV en 1924. Otros invocan su protección en contra del mal y del demonio, pero ¿Quién es San Benito en realidad?.

Benito nació en Nursia en el año 480 y muere en el 547, en montecasino ciudad donde vivió y está enterrado junto a la tumba de su hermana Santa Escolástica. Lo que se conoce de él, es gracias al Papa San Gregorio.

Benito de Nursia, escribió una regla monástica, conocida como regla de San Benito. Este hombre se caracterizó por su búsqueda de Dios, tanto así que cuando hablaba de la vocación monástica afirma que el candidato a ser monje debe caracterizarse por la búsqueda de Dios, y debe estar deseoso de agradar en todo a Dios. La vocación es una búsqueda, se requiere libremente despedirse de las personas y las cosas, pues la verdadera vocación nace de la renuncia y el amor, contrario a la huida, porque sino no seria vocación.

Benito habla de su vocación desde el silencio, la oración, y la vida interior, que es “Habitar consigo mismo”, descubrir los secreto propios del corazón, en donde reside el espíritu para aceptar la realidad personal en su desnuda verdad. Este ejemplar hombre enseñó que los tres ejes de la vida monástica son: la oración, la lectura de la Sagradas Escrituras y el trabajo. San Benito era un fervoroso orante y con referencia a la oración decía que es un don de Dios y una tarea personal. Dios nos ha regalado algo muy valioso; habernos creado con la capacidad de escucharlo y de responderle en un diálogo personal, la oración es poder dialogar con Dios, de donde nace la humildad que es la conciencia clara de estar en presencia de Dios y reconocerse indigno y pequeño frente a la majestad del Señor. Uno camino benedictino es el trabajo y la oración, en latín (ora et labora), reza y trabaja.

El prólogo de su regla dice: «Si deseas gozar verdadera y perpetua vida, guarda tu lengua del mal y no profieran tus labios dolo alguno. Apártate del mal y haz el bien. Busca la paz y siguela «.

Una de las formas más grande de devoción a San Benito, es por medio de la cruz y la medalla, la Iglesia celebra el 21 de marzo y el 11 de julio esta devoción que tiene más de 300 años. La medalla y la cruz son utilizados como medio eficaz para conseguir la intervención, especialmente contra la acción del demonio.

Significado de la Medalla:

En el centro están colocadas entre las astas de la cruz estas cuatro letras: Cruz del santo padre Benito En la línea vertical de la Cruz, se lee:

C (Cruz) La cruz

S (Sacra) Sagrada

S (Sit) Sea

M (Mihi) Para mí

L (Lux) Luz

C (Cruz)

P (Patris)

S (Sancti)

B (Benedicti) 101

En la línea horizontal de la misma cruz, se lee:

    N         D        S    M       D

(Non) (Draco) (Sit) (Mihi) (Dux)

El dragón no sea mí guía (que el demonio no me guíe).

Uniendo estas dos líneas se forma un verso latino en el cual el cristiano expresa su confianza en el poder de la cruz sagrada y su resistencia a dejarse conducir por el demonio:

La cruz sagrada sea para mi una luz. Que el demonio no sea mi conductor

las siguientes letras:

V. R. S. N. S. M.’V. S. M. Q. L. I. V. B.

Estas letras son las iniciales de los versos latinos siguientes:

Vade Retro Satanás; Nunquam Suade Mihi Vana Sunt Mala Quae Libas; Ipse Venena Bibas Retírate Satanás;

Que expresa: No me aconsejes nunca tus vanidades; la bebida que ofreces es el mal; tú mismo bebe tus venenos.

La medalla no es un objeto mágico, que pueda obrar cosas maravillosas de una manera automática. No es un amuleto ni un simple adorno. Es un objeto religioso, una imagen sagrada cristiana, que adquiere todo su significado y su eficacia en consonancia con lo que la Iglesia enseña sobre las imágenes y los signos religiosos. Al leer los textos de la medalla se hace referencia muy directa al demonio y a los males, que ofrece y produce en la vida de los hombres.

Oración de San Benito

¡Oh glorioso patriarca san benito! que siempre te mostrarse compasivo con los más necesitados te pedimos que también nosotros, recurriendo a tu poderosa intercesión, obtengamos auxilio en nuestras dificultades: que en las familias reine la paz y la tranquilidad, que se aparten de nosotros todas las desgracias tanto corporales como espirituales, especialmente el mal del pecado. Te suplicamos nos consigas del Señor la gracia… (pedir la gracia que se desea). Te pedimos que al término de nuestra vida terrenal podamos ir a alabar a Dios contigo en el cielo. Amén.

Vea También (Especial de las Madres)

 

 

 
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