La resurrección de Jesucristo es el fundamento
y el núcleo constitutivo de la fe cristiana.
Los cristianos creemos firmemente que Jesús salió de la tumba y está vivo.
Los evangelistas nos cuentan las distintas apariciones de Jesucristo,
todas ellas impresionantes y conturbadoras…
Durante cuarenta días, dicen los Hechos Apostólicos,
Jesús se estuvo apareciendo a sus discípulos
y comunicándoles lo referente al Reino de Dios.
Desde entonces Jesús no ha vuelto a aparecer en el mundo,
pero su resurrección llena nuestra existencia,
nos ofrece absolutamente seguridad.
Creemos en Cristo vivo por fe bautismal solamente,
lo mismo que los apóstoles que lo vieron,
lo mismo que la primitiva Iglesia
y que los cristianos de todos los siglos.
Pero hay algo más bello que sólo creer vagamente.
Es la experiencia personal de Jesucristo.
Él ya no volverá a aparecer visiblemente,
pero sí podemos experimentarlo.
Este es don del Espíritu Santo,
que nos hace experimentar con certidumbre absoluta
la belleza, la cercanía, la realidad de Jesucristo.
Ore usted mucho a Cristo, lea la Escritura,
suplíquele al Espíritu Santo
y Él le dará su don más bello:
experimentar personalmente la cercanía de Jesucristo
resucitado y vivo.
Rafael García Herreros