¿QUÉ TENGO QUÉ HACER?

“¿No saben ustedes que son Templo de Dios, y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?” 1 Corintios 3, 1

Muchas personas sufren por las imposiciones impuestas por sus padres y familiares, sufren por las exigencias impuestas por las propagandas de televisión, la publicidad radial y ese tipo de cosas.

Lo único que tienes que hacer es morirte, esa es la verdad, el resto es negociable, discutible o por lo menos manejable. Puedes cambiar incluso tu actitud frente a las situaciones.

Muchas personas se quejan porque consideran que están atadas a la situación, al matrimonio, al trabajo, a la vida, al país, pero creo que eso no es del todo cierto, siempre existe otra opción, una manera de reaccionar diferente y de enfrentar los problemas. Si no renuncias a ese trabajo desagradable, si sigues en esa relación de pareja enferma es porque en el fondo manejas un discurso que puede ser irracional, en el que justificas en seguir en esa situación, te auto engañas y por eso te sigues colocando en el papel de la víctima.

Existen muchas posibilidades y te puedes sentir sin libertad porque no te das la oportunidad de aprender a vivir de otras maneras, en ese sentido soy partidario de los cambios radicales, de ir al límite para hacer cosas realmente diferentes y no seguir lamentándose y llorando.

Ojalá que tus metas sean impuestas por ti y por nadie más, que tus metas sean elaboradas a partir de tu realidad y no de la comparación con otras personas, que tu sentido de vida sea genuino y no impuesto. Ten cuidado de los halagos, de los aplausos, de las palmaditas en la espalda, casi siempre detrás de eso llega la manipulación, las exigencias, el olvidarte de ti mismo para buscar algo que crees que necesitas pero que no necesitas para nada, vive tú vida.

No puedes vivir para cumplir las expectativas de otras personas, que por otra parte siempre serán insaciables, si quiere hacer un favor porque te nace y puedes hacerlo maravilloso pero de ninguna manera es una obligación que te conlleve a la crisis existencial. No tienes por qué pagar deudas ajenas y no me refiero solo a las deudas de dinero.

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