Pasamos nuestros días ocupados en nuestros propios quehaceres, y seguramente sumergidos en el problema del cansancio laboral, en el problema de los fracasos, fastidiados de intentar grandes cosas o pequeños proyectos que terminan mal…
Somos expertos en nuestro trabajo y por eso nada nos detiene para que como Simón Pedro digamos «hemos trabajado toda la noche y nada». Es la respuesta suscitada por el cansancio. Simón Pedro es hábil lanzando las redes, como tú y yo somos hábiles en cada una de nuestras tareas, y Jesús insiste «vamos mar adentro», nos invita a volver a intentarlo una vez más.
Es tan normal experimentar desánimo, es súper normal que al ser golpeados por el fracaso se sienta como un vagabundo en una inmensa oscuridad y sin una linterna para medio ver el camino. El desánimo nos domina y nos mueve a vivir insatisfechos.
Confiar en la palabra de Jesús hará la diferencia en nuestra vida. Siempre oímos y obedecemos a la voz y el mandato de tantos, como lo había vívido Simón Pedro, pero oír y obedecer a la voz de Jesús se manifiesta la gracia de Dios, que no se expresa en migajas sino en la abundancia de una «pesca milagrosa».
¿Por qué esperar milagros para reconocer que la grandeza de Dios supera nuestra pequeñez? Dios sigue valorando lo que sabemos hacer, pero espera que sea transformado por la causa del evangelio.
Pedro sigue dedicado a la pesca, ahora de hombres para Cristo, y tú ¿cuál es tu habilidad y cómo la empleas por la causa del evangelio?