Con un Padre Misericordioso

La comunidad que Jesús quiere es una comunidad – familia donde tenemos a Dios como Padre. Nuestro Padre tiene una característica esencial: la misericordia.

El Padre acoge con misericordia

Jesús nos cuenta la parábola de un padre con dos hijos necesitados de misericordia. Con el primero (el menor) porque se alejó de la casa del padre, malgastó el dinero y terminó cuidando cerdos; así que reflexionó sobre su situación de miseria y entonces se levantó y fue a su padre. Cuando aún estaba lejos, lo vio su padre y fue movido a misericordia, y corrió y se echó sobre su cuello y lo besó. (Lc 15, 20).

Con el segundo (el mayor) porque tenía con el padre una relación de cercanía física, pero de lejanía del corazón. La relación con el padre era jornalero – patrón. El padre sale a buscar a su hijo mayor para invitarlo a la celebración de la vida y le dice: Hijo, tú siempre estás conmigo y todas mis cosas son tuyas (Lc 15, 31).

La misericordia de Dios Padre es para los cercanos y para los lejanos, para los convertidos y para los no convertidos, para los santos y para los pecadores. Es una misericordia que no conoce límites y que siempre sale al encuentro para acoger con ternura. La misericordia de Dios es comparable con el océano: profundo, no se ve su límite y de Él no podemos escaparnos.

La gran manifestación de la misericordia del Padre es la entrega de su hijo Jesucristo para nuestra vida y salvación: Pero Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecado, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos) (Ef 2, 4-5).

¿Qué es tu pecado frente al mar de la misericordia de Dios? ¿Tu Padre comprende qué te conduce a pecar? ¿Te dejas sumergir en el mar de la misericordia de Dios?

Relaciones fraternas con misericordia

Nuestro hermano Jesucristo nos pide que el comportamiento con los hermanos sea de misericordia, siguiendo el ejemplo del Padre: Sean, pues, ustedes misericordiosos, como también su Padre es misericordioso (Lc 6, 36). Los hijos deben parecerse a su Padre en la comprensión, la apertura, la reconciliación y la búsqueda de los hermanos que viven en medio de sus miserias.

Además, las personas que tratan con misericordia a sus hermanos reciben también la misericordia (cf. Mt 5, 7). Tener relaciones fraternas llenas de misericordia conduce a sentir en nosotros el dolor del hermano, nos lleva por el camino de la comprensión y la aceptación para vivir en actitud de reconciliación. La misericordia previene las heridas causadas por el resentimiento e impulsa al progreso y al apoyo a los hermanos de comunidad.

Podemos orar con Pablo al contemplar el océano de la misericordia del Padre y cómo somos conducidos a mostrar cotidianamente el consuelo que viene de Dios: Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios (2 Cor 1, 3-4).

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