Si en algún momento nos hemos sentido traicionados por una persona en la que confiamos y amamos, de seguro terminamos con odio y resentimiento, con deseos de venganza, porque no toleramos que nos traicionen y jueguen con nuestros sentimientos.
Si a una persona que la han traicionado la invitamos a amar, de seguro no estaría de acuerdo, e incluso puede llegar a pensar que estamos defendiendo a su oponente. Para estas personas que están lastimadas, no cabe la palabra amor, es algo impensable que no se puede dar. En estas situaciones se aplica la ley del talión, ojo por ojo y diente por diente.
En este estado de rabia y rencor se buscan estrategias para vengarse, se buscan los puntos débiles, para poder acabar con esta persona y entre más daño más placer. Tristemente estamos en una sociedad marcada por el odio y rencor, estamos marcados por un pensamiento resentido, lleno de odio y venganza, estamos en un lugar en el que el amor a veces parece perderse.
Muchos pueden afirmar que no hay nadie con esa capacidad de perdonar y amar a pesar de haber sufrido una traición. Hay una persona que fue traicionado, por una persona que amaba profundamente y a pesar de saber que lo iba a traicionar no dejó de sentir amor por esta persona. Su amor incondicional se mantiene siempre.
Sin duda me refiero a Judas Iscariote, quien a pesar de conocer a Jesús se atreve a traicionarlo. Al realizar esta acción de seguro pensaba que Jesús se iba a disgustar u odiarlo, pero se lleva una gran sorpresa, su maestro a pesar de su falla lo sigue amando, nunca lo recrimina o juzga, permite que se acerque una vez más.
En este momento no sé en qué posición te encuentras, te traicionaron o has traicionado a alguien, eso lo puedes analizar y reflexionar en tu espacio de oración. En ese punto queremos invitarte a tomar esta acción de Jesús, ‘amar’ a pesar de cualquier circunstancia, amar a pesar de ser traicionado, vale más tener un corazón limpio, libre de rencor y odio, vale la pena tener un corazón libre.