La Pascua es la celebración por excelencia de la liberación. Esta se celebra y revive narrando una y otra vez el acontecimiento fundante.
En este jueves santo, cuando estamos a punto de sumergirnos en la hondura del misterio pascual, nos dirigimos a la Palabra de Dios para buscar en ella la orientación precisa para hacer esta experiencia. Por esta mediación el Señor nos habla, nos toca a nosotros abrir el corazón para que la Palabra habite nuestras vidas.
Estamos ante un tema que nos remite a aquella gran narración de la fe que representa para la Escritura el evento fundante.
El éxodo no es tanto la gran epopeya que llama en causa a un Dios que se ocupa de un pueblo de esclavos que se convierte en pueblo de Dios cuando lo llama a la libertad y ser una gran nación. No es tanto esta gran epopeya, sino un paradigma, una clave de lectura, una mirada particular importantísima para entrar en el mundo de la Escritura y conocer el Dios bíblico y sobre todo el mundo que Dios relata.
Estamos necesitados de grandes narraciones. Estamos llamados a recorrer el camino para despertar nuestro corazón a los llamados que este acontecimiento nos hace.
La de la Pascua hebrea es una narración que no sólo pone en escena una historia de liberación, sino que traza un recorrido en el se puede apreciar cómo se hace realidad esa liberación en todos los lugares y tiempos, para atravesar las aguas, para pasar a otras orillas, para inaugurar nuevos tiempos.
La Pascua nos hace pensar que la realidad siempre puede cambiar, nos saca de las lamentaciones que nos tienen prisioneros y nos sitúa ante otro mundo posible.
La Pascua nos pone ante un Dios que vence la opresión y acompaña los pies de un pueblo peregrino que encuentra en él su identidad.
La Pascua nos enseña a descubrir al Dios revelado en la historia de un pueblo y narrado en las Sagradas Escrituras, con admiración, celebrarlo con plena conciencia, vivirlo con convicción y cantarlo con alegría.
La Pascua es el misterio central de la fe para el pueblo de Israel y para la Iglesia cristiana.
La Pascua es esta fiesta, celebración, memorial de la acción de liberación de Dios en la historia, liberación de los hombres.
La Pascua es la renovación de la alianza fiel entre Dios y su comunidad, y a través de su comunidad también hace alianza con toda la humanidad, toda entera llamada a la salvación.
Pues bien, esta pascua está narrada en el libro del Éxodo. Vamos a detenernos en un instante preciso, lo que ocurre en el punto de partida. Está en los capítulos 12 y 13, donde es el Señor mismo quien da las instrucciones. En ellas, el puesto central lo ocupa la Palabra del Señor. Él quiere que su Palabra toque el corazón de la comunidad de Israel y determina la manera de celebrarla.
Vamos a escrutar este texto, dando tres pasos: Primero, tres claves de lectura. Segundo, cómo toma cuerpo el memorial de la pascua. Tercero, conclusiones.
1. Tres claves de lectura
1.1.Primera clave: cómo ve Dios al pueblo que libera
Hay una clave de lectura que nos puede ayudar en esta mañana: el pueblo llamado a la libertad a los ojos de Dios no sólo es un pueblo de esclavos, es ante todo su hijo, el hijo primogénito (Ex 4,22).
Dice el texto: “Dirás al Faraón: Esto dice Yahvé: Israel es mi hijo primogénito. Por eso te digo que dejes salir a mi hijo para que me dé culto. Si te niegas a dejarle salir, yo daré muerte a tu hijo primogénito” (Ex 4,22-23). Entonces volver a narrar el éxodo implica ponerse la postura de hijos, del hijo primogénito que se hace tal saliendo de la esclavitud y poniéndose en camino.
En Ex 4,23 y luego en 12,31, se dice que Israel sale para dar culto al Señor con libertad. Comienza un tiempo en el que Israel debe aprender a servir al Señor (la “abodah”). Si no se aprende a servir al Señor se estará todavía en Egipto como un esclavo.
El libro del Éxodo no conoce el término libertad, la expone narrativamente como un servir al Señor. Si no se sirve al Señor se es esclavo del Faraón o de otros ídolos. El nombre de la libertad es: servicio de Dios.
La finalidad no es liberar de la esclavitud sino servir al Señor, si no se queda en la mitad. El paso del mar rojo es apenas el punto de partida, sólo haciendo la travesía aprendiendo a servir al Señor se es verdaderamente libre.
2.2. Segunda clave: La dinámica del Memorial
El acontecimiento se vuelve institución por medio de un rito litúrgico. La liberación de Egipto es contada enseguida como un memorial, como algo que debe ser celebrado repetidamente según las pautas de un ritual preciso.
No se trata simplemente de narrar algo que pasó. Lo importante es que eso que pasó sea celebrado y revivido con toda su verdad en la celebración.
Pare ello se requieren tres condiciones:
Uno. Un sujeto celebrante.
El texto del Éxodo nos dice que toda la asamblea (kol ‘edah, Ex 12,3; kol qahal, Ex 12,6) deberá celebrar la Pascua al atardecer del 14 de Nisán. Toda la comunidad se convierte en sujeto celebrante, con la conciencia de que debe repetirse todos los años y de generación en generación.
Haciendo la aplicación de Ex 12,26, en el seder (orden del libreto) de pascua, como está estandarizado hoy, se pide que haya 4 niños que hagan cuatro preguntas. Uno de estos, “rashá”, el travieso, debe preguntar por qué los antepsados vivieron esto. Y entonces el papá debe responder: no digas “ellos” sino “nosotros”.
Aquí está la diferencia: no son otros, sino nosotros los que vivimos este acontecimiento.
La liturgia derriba el muro de la historia: somos nosotros los que hemos sido liberados de la esclavitud de Egipto por el Señor y lo celebramos esta noche. Cuando decimos “nosotros” y no “ellos”, el evento se reactualiza.
Es lo mismo que ocurre en la Eucaristía cristiana que es “memorial”, no como cosa del pasado sino del presente, es decir, que aquí mismo está ocurriendo eso que se cuenta. No es algo nostálgico, es actuación, vivencia. El pan es cuerpo del Señor, el vino es sangre del Señor, él en persona está ahí. Celebrar la Eucaristía y estar a los pies de la cruz es exactamente la misma cosa, vivimos la misma eficacia salvífica.
Dos. Tiene una finalidad formativa.
Los textos del libro del Éxodo (13,3-10; 23,14-19; 34,18,36) piden que por medio de la transmisión de la fiesta pascual se haga una formación de todo el pueblo de Dios, enseñándole su sentido. Incluso se convierte en un deber con cada generación.
Esto está simbolizado en un momento de la celebración, cuando el más joven de la casa le pregunta a su padre por el significado del rito: “¿Por qué celebramos así esta fiesta? ¿Qué significa?” (cf. Ex 12,26).
El hacer las cosas con sentido fortalece la identidad: ¿Quiénes somos? ¿Qué nos distingue? ¿A qué somos llamados?
Tres. La transmisión crea una inmensa unidad del pueblo de Dios.
La conciencia identitaria tiene amplios brazos, va más allá de la comunidad celebrante. Un mismo acontecimiento une al pueblo en su pasado, su presente y su futuro. De ahí la importancia de la transmisión a las nuevas generaciones.
En fin…
Estos tres elementos constituyen la dinámica del memorial. Es interesante ver cómo el texto apunta a que la conmemoración se convierta en celebración de manera que se reviva lo que se anuncia.
2.3. Tercera clave: la narrativa litúrgica
Es un evento que se cuenta celebrando. El hecho de narrar en el marco de una celebración litúrgica es lo que hace que se pase de la crónica del pasado a un evento que se revive, de modo que echa de modo que el acontecimiento echa raíz en la historia.
De ahí la particularidad de un relato que es cuidadoso en la modalidad de ejecución. Para ello distingue entre la narración propiamente dicha y las indicaciones al presidente de la celebración sobre lo que debe hacer.
Nuestro texto se parece a un misal. En él aparecen las rúbricas (en rojo) que no se leen en voz alta, son indicaciones para el que preside la celebración. También está el texto en negro y letra grande, que es lo que escucha la asamblea.
En Ex 12-13 podemos ver cómo se entretejen la narrativa, la glosa interpretativa y la rúbrica litúrgica. Podemos ver como de tanto en tanto las glosas o las instrucciones litúrgicas rompen el hilo del discurso. No perdamos de vista la naturaleza catequética de estos textos.
2. Cómo se configura el “memorial” de la Pascua
Vamos a recorrer el texto Ex 12-13 comentando sus aspectos más relevantes.
Hay que recordar el contexto inmediato de relato de la pascua, la décima plaga o azote de Dios a los egipcios, que es la muerte de los primogénitos de Egipto (Ex 11). En este punto comienza la salida de los israelitas de Egipto.
Antes de la salida, el narrador da cuenta de las instrucciones para la salida.
El acontecimiento está estructurado narrativamente en cinco grandes momentos que constituyen en su conjunto el ritual de la pascua:
Primer momento: El ritual del sacrificio del cordero y de los ázimos (Ex 12,1-20). Segundo momento: La celebración de la pascua misma, su ejecución Ex 12,21-28. Tercer momento: La muerte de los primogénitos de Egipto y la partida del pueblo con el respectivo comentario del narrador (Ex 12,29-42). Cuarto momento: Las prescripciones para los participantes en la pascua y su ejecución (Ex 12,43-51). Quinto momento: El ritual de la consagración de los primogénitos y de los ázimos (Ex 13,1-16).
Veamos estos momentos uno por uno.
2.1. Primer momento: El ritual de la celebración de la pascua y de los ázimos (12,1- 20)
Este primer relato se presenta como un memorial, no como recuerdo cronista sino como actualización en el presente de un evento pasado que, naturalmente, mira hacia el futuro.
Podemos decir que aquí tenemos el fundamento de la ley que tendrá lugar en el monte Sinaí. Es el comienzo de una historia que tendrá su culmen allá.
Aquí nos encontramos con dos rituales distintos que terminan articulados:
– El sacrificio del cordero pascual: 12,1-14 – La fiesta de los ázimos: 12,15-30
Uno. El sacrificio del cordero pascual (12,1-14)
Leamos Ex 12,1-14:
“12,1 El Señor habló a Moisés y a Aarón en el país de Egipto, diciendo: 2 — Este mes será para vosotros el comienzo de los meses; será el primero de los meses del año. 3 Hablad a toda la comunidad de Israel diciendo: «El día diez de este mes tomará cada uno un cordero por familia, uno por casa. 4 Si la familia es demasiado pequeña para consumirlo, se unirá con su vecino más próximo hasta completar el número de personas suficiente para comer la res entera. 5 Ha de ser un animal sin defecto, macho, de un año, escogido de entre los corderos o cabritos. 6 Lo guardaréis hasta el día catorce de este mes y toda la asamblea de la comunidad de Israel lo inmolará entre dos luces.
7 Luego tomarán la sangre y untarán las dos jambas y el dintel de las casas donde se va a comer. 8 Comerán la carne esa misma noche; la comerán asada al fuego, con panes ácimos y hierbas amargas. 9 No comeréis nada de ella crudo o cocido en agua, sino asado al fuego con su cabeza, patas y vísceras. 10 No dejaréis nada para la mañana siguiente; si algo quedara, lo quemaréis. 11 »Lo habéis de comer así: ceñidas vuestras cinturas, las sandalias en los pies, y el bastón en vuestras manos; lo comeréis deprisa: pues es la Pascua del Señor. 12 Esta noche pasaré por el país de Egipto y heriré a todo primogénito del país de Egipto, tanto de hombres como de animales; y haré justicia sobre los dioses de Egipto. Yo, el Señor. 13 La sangre será vuestra señal sobre las casas donde estéis; cuando yo vea la sangre pasaré de largo sobre vosotros, y no habrá entre vosotros plaga exterminadora cuando yo hiera el país de Egipto. 14 Este día será para vosotros memorable (un memorial) y lo celebraréis como fiesta del Señor; lo celebraréis como institución perpetua (como rito perenne) de generación en generación”.
Se trata de una comida sagrada, pero el ambiente es la familia. No hay sacerdote, quien es preside el papá de la casa.
El signo que caracteriza el rito es la sangre. Se trata de un signo apotropaico que aleja el mal y propicia el bien; un mecanismo de defensa mágico.
Tiene su antecedente en una fiesta típica de los pastores beduinos, con ocasión de su trashumancia. Se buscaba proteger al rebaño en el momento crítico que tenía lugar cuando el parto de las ovejas. Se llevaba a cabo en el campamento, sin altar, sin santuario. Solamente degollando a un cordero macho, sin defecto, bello, joven, nacido en el año, comestible por su carne tierna. Los huesos no se partían porque se pensaba que su vida iba a retornar en los partos futuros de la grey. Es decir, se ofrecía un cordero entero. Como quien dice: renunciamos a uno, pero vendrán muchos.
Es un rito antiquísimo que los estudiosos han hecho notar que estaba difundido en muchas tribus de la zona del medio oriente.
El cordero era asado completamente, con todo. Con su sangre se hacía una aspersión de las cuerdas de las tiendas, con el fin de alejar el peligro de un exterminio.
El pan era comido ázimo, es decir, cocido, pero sin levadura. Un pan cocinado en la brasa rápidamente. Esto no sólo permitía rapidez sino también conservación, puesto que no había levadura.
El momento de la fiesta coincidía con la primera luna llena. Porque su luz permitía el camino durante la noche.
Se presupone que cuando se viaja a pie uno no se pone la ropa más elegante, se usa lo que sea más apropiado. Por eso en las instrucciones sólo incluyen: sandalias, cinturas ceñidas, bastón en mano, etc.
La comida sacrificial constituía fundamentalmente la comunión con el clan de pertenencia, así como con su divinidad, antes de partir en este momento delicado de la trashumancia.
Podemos ver que este rito antiquísimo, que se remonta a la noche de los tiempos, que los diversos clanes celebraban en la primavera, va a ser totalmente desenraizado de su contexto para ser historizado. Pasamos de una serie de prácticas pastoriles a la historia de Dios con Israel. De aquí en adelante no será la costumbre los pastores, sino la celebración de un pueblo que ve el paso de Dios.
La insistencia es esa: Dios pasará y pasará derecho haciendo caso omiso de alguien. “Pésach” en hebreo no significa “salir” sino “saltar”. ¿A quién se salta? Donde vea el signo de la sangre pasará derecho y castigará solamente a los israelitas.
Todo esto tiene un sabor litúrgico, una celebración evidentemente para el Señor. Una narrativa litúrgica que da cuenta de esta acción de Dios que, pasando, marca negativamente la vida de los egipcios y positivamente la vida de Israel.
Esta primera página se comprende sustancialmente desde estos dos modos: ante todo recordando estas costumbres, pero también mostrando con son trasplantadas de una serie de convencionalismos pastoriles a la historia que Dios está haciendo con Israel.
La antigua fiesta pastoril adquiere un nuevo significado a la luz de la historia de Israel y recibe una interpretación completamente diferente del primero. La nueva fiesta evoca aquella noche, aquel paso, aquel momento. Un evento que es al mismo tiempo de salvación y de destrucción.
Dos. La celebración de los panes ázimos (12,15-20)
“12,15 Durante siete días comeréis panes ácimos; desde el primer día haréis desaparecer de vuestras casas toda levadura, pues el que coma pan fermentado, será extirpado de Israel; y esto, desde el día primero hasta el séptimo. 16 El día primero habrá asamblea santa y también la habrá el día séptimo; en ellos no haréis trabajo alguno; únicamente prepararéis la comida que vayáis a tomar. 17 Guardaréis los Ácimos, porque en este día yo saqué vuestros ejércitos del país de Egipto; y guardaréis este día de generación en generación como institución perpetua (rito perenne). 18 En este primer mes comeréis ácimos desde el día catorce por la tarde hasta el día veintiuno por la tarde. 19 Durante estos días no habrá levadura en vuestras casas, pues todo el que coma algo fermentado será extirpado de la comunidad de Israel, tanto el extranjero como el nativo. 20 No comeréis nada fermentado; en todos vuestros lugares de asentamiento comeréis panes ácimos”.
El contexto es totalmente diferente.
En la preparación de el rito de la Pascua los hebreos deben hacer desaparecer todo el fermente. Todo se purifica todo. Mucha cosa se quema, otras cosas se lavan. En el comedor dos personas impiden entrar a la gente para evitar la contaminación del salón hasta por la noche.
La costumbre del pan sin levadura (incluso la cerveza) no es de nómadas sino de sedentarios, de estables, de campesinos. La primera era de pastores nómadas, esta es típica de quien se ha asentado en un territorio. Debe esperar una semana para que la harina se vuelva levadura, elimina el viejo y hace el nuevo con este lapso de siete días.
Todo esto está inserto en un contexto nuevo, el litúrgico. Va de sábado a sábado. También la insistencia en una especie de convocación sagrada que le da el aura litúrgica. Vemos cómo se trasplanta la antigua costumbre campesina a un mandamiento divino, sacro.
La novedad de la eliminación de la levadura adquiere un sentido profundo: los israelitas ya libres deben eliminar y dejar en Egipto o en lo profundo del mar rojo todo residuo de violencia. Se requiere una renovación total. Y este signo de renovación simbolizado en el cambio de la levadura vieja por una nueva, anticipa los que está por venir, esto es, que este pueblo será completamente renovado por la acción de Dios que hará de un pueblo de esclavos un pueblo suyo pasando el mar rojo.
Tenemos dos tradiciones que provienen de mundos diferentes y resultan unidos. ¿Por qué? Es el hecho de que se trata de un grupo humano hecho de personas diferentes. Unos son pastores y otros agricultores, cada uno tiene sus reglas y costumbres. Estas resultan unidas, pero también cambiadas radicalmente en su sentido original, porque ahora el referente es el Señor.
2.2. Segundo momento: La celebración de la Pascua (12,21-28)
“12,21 Moisés llamó a todos los ancianos de Israel y les dijo: — Id y tomad un cordero por familia e inmolad la pascua. 22 Tomad un manojo de hisopo, mojadlo en la sangre que hay en la vasija y untad con ella el dintel y las dos jambas, y que ninguno de vosotros salga de la puerta de su casa hasta la mañana siguiente. 23 El Señor pasará hiriendo a los egipcios; pero cuando vea la sangre en el dintel y en las dos jambas, el Señor pasará de largo sobre vuestras puertas y no permitirá al exterminador entrar en vuestras casas para herir. 24 Guardaréis este mandato del Señor, como institución perpetua para vosotros y vuestros hijos para siempre. 25 Cuando entréis en la tierra que va a daros el Señor, como os prometió, guardaréis este rito. 26 Y cuando vuestros hijos os pregunten qué significa este rito para vosotros, 27 responderéis: «Éste es el sacrificio de la Pascua del Señor, que pasó de largo por las casas de los hijos de Israel, cuando hirió a los egipcios y preservó nuestras casas». El pueblo se postró en adoración.
28 Los hijos de Israel fueron e hicieron todo como el Señor había ordenado a Moisés y a Aarón”.
Seguimos ahora con una serie de anotaciones acerca de la celebración de la pascua que insiste en lo litúrgico. Esta es una sección de rúbricas. Se insiste en estamos frente a un memorial y se dan las instrucciones de cómo celebrarlo. Estas se inspiran en lo que hacen los personajes del relato.
Lo primero es que Moisés convocó a los ancianos y les dijo. Se trata de un mecanismo de recepción y de transmisión. Quien ha recibido de Dios, luego transmite. Así procede Pablo en 1 Cor 15,3: “Les he transmitido lo que he recibido”. Es el mismo mecanismo.
Moisés, quien tiene una relación particular con Dios, en calidad de profeta, transmite a los ancianos los mandatos y estos son precisados con un mismo sentido. En el v.26 cuando los hijos les pregunten por el significado, les responderán con un relato. Notemos el futuro: “Dirán… Dios preservó nuestras casas”. Atención con el plural “nosotros”, no son los antepasados sino la comunidad presente, es como estuviéramos ahí.
El memorial se construye con esta operación de transmisión que va de generación en generación, de modo que lo vivido se vuelve regla de la comunidad que entrega de comunidad en comunidad el evento fundante.
Lo que se transmite no es el hecho histórico como tal, sino el evento que fundamentó la vida y la identidad de este pueblo. De modo que, celebrar esta pascua es identificarse con los padres. En la pascua se revive todo lo que ha sido contado y se rehace la experiencia del Dios liberador.
Este primer momento estipula primero el ritual de la pascua y sus los ázimos y luego, en un segundo momento, su celebración. Si hacemos un análisis crítico, podemos ver que la fiesta proviene de tradiciones de origen diferente que son reelaboradas y que son teologizadas, completamente centrados en el evento salvífico obrado por Dios, con la orden de repetirlo.
2.3. Tercer momento: La muerte de los primogénitos de Egipto y la partida del pueblo con el respectivo comentario del narrador (13, 29-42)
Es el momento central y el más difícil, la muerte de los primogénitos y la consecuente partida. Es el tercero de cinco, justo en la mitad.
La décima plaga naturalmente es problemática: ¿Por qué Dios ha matado a los primogénitos de Egipto?
Leamos…
“12,29 Sucedió, en efecto, que a media noche el Señor hirió a todos los primogénitos en el país de Egipto, desde el primogénito del Faraón que se sienta en su trono hasta el primogénito del cautivo que está en prisión; y también a todo primogénito de animal.
30 El Faraón se levantó de noche junto con todos sus servidores y todos los egipcios; y hubo un gran clamor en Egipto porque no había casa donde no hubiera un muerto. Exod 31 Aquella misma noche el Faraón llamó a Moisés y a Aarón y les dijo: — Levantaos y salid de en medio de mi pueblo, vosotros y los hijos de Israel; id y dad culto al Señor según vuestro deseo. 32 Recoged también vuestras ovejas y vuestras vacas, como habíais pedido, y marchaos. Y bendecidme también a mí. 33 ¶ Los egipcios apremiaban al pueblo para que salieran rápidamente del país, pues decían: «Vamos a morir todos». 34 El pueblo recogió la masa antes de que fermentara, envolvió las artesas (bandejas) en mantas y cargó con ella a las espaldas. 35 Los hijos de Israel hicieron lo que había dicho Moisés y pidieron a los egipcios objetos de plata y de oro, y vestidos. 36 El Señor hizo grato el pueblo a los ojos de los egipcios, que accedieron a sus peticiones. Así despojaron a los egipcios. 37 Los hijos de Israel salieron de Ramsés hacia Sucot, unos seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños. 38 Subió con ellos además una gran multitud; y ovejas y vacas, en grandes rebaños. 39 Cocieron la masa que habían sacado de Egipto e hicieron panes ácimos porque aún no había fermentado, pues al ser expulsados de Egipto no pudieron entretenerse; ni siquiera prepararon provisiones para el camino. 40 La estancia de los hijos de Israel en Egipto fue de cuatrocientos treinta años. 41 Pasados estos cuatrocientos treinta años, el mismo día salieron todos los ejércitos del Señor del país de Egipto. 42 Noche de vela fue ésta para el Señor, para sacarlos del país de Egipto; noche de vela en honor del Señor será para todos los hijos de Israel, de generación en generación”.
Ante todo, vemos que en los v.29-30 se cumple lo que se había anunciado varias veces: el golpe decisivo de la última plaga. La última es diferente de las anteriores que golpeaban a la naturaleza, pero aquí a la vida de personas y de animales. Podemos ver que el narrador es breve y conciso, usa una serie de términos que hay que ver con atención: primero, que es el Señor quien hiere, podemos ver el nombre de Dios Yahvé. Dios hiere y la muerte afecta a los primogénitos de los egipcios, desde el del Faraón hasta el último de la escala social, el encarcelado. Segundo, que todos los primogénitos son heridos. Tercero, tenemos la reacción: el gran grito del Egipto.
Es grito es significativo.
Ciertamente este grito remite al gran grito de Israel en Ex 2,23; 3,3.9, el término es el mismo. Este grito de los Israelitas ahora está en boca de los egipcios. El relato no se detiene en la modalidad, en el tipo de violencia con el que Dios hiere, esto no interesa. Esta eliminación se entiende como algo que pertenece al misterio de Dios, que difícilmente se puede explicar o argumentar. Ciertamente Dios lo había anticipado en aquella amenazante ley del talión del capítulo 4, en el que la idea la de una gran solidaridad de Israel con Dios y de los egipcios con el faraón. Hay que recordar que, para la Biblia, y esto es fundamental, no aparece todavía la idea de una responsabilidad
personal, cosa que hemos apropiado después de dos mil años de historia cristiana. Aquí podemos hablar de una personalidad corporativa, es decir, el Faraón está unido a su pueblo, como Dios está unido al suyo. No se trata de herir al Faraón, como quien dice: el Faraón es homicida, hirámoslo a él, así lo castigamos. Según este texto en el fondo el rey lleva consigo a todo el pueblo en el bien y en el mal. Lo mismo ocurre con David, quien peca, pero lo paga todo el pueblo (2 Sm 24). Aquí es todo Egipto el que es herido porque el Faraón junto con su pueblo se han opuesto al Señor y han matado a los hijos machos de Israel. Hay una compensación, una ley del talión: mataron, pues serán matados.
Permanece, no una venganza, sino una justicia, basada en la ley del talión, según la cual se devuelve proporcionalmente según lo que se ha hecho. Quien hace el bien recibe el bien, quien el mal el mal.
Estas son consideraciones que hoy nosotros nos hacemos desde el punto de vista moral, pero hay que tener en cuenta que en estos textos la manera de pensar es completamente es distinta, ligado a la personalidad corporativa. Una visión sustancialmente en blanco y negro, donde no hay matices, es bien y mal, hay una culpa y una justicia. En este sentido entendemos esta página problemática.
En la tradición hebrea se memoria aún hoy en los egipcios. En la fiesta de Pésach se recuerdan los muertos egipcios, sus primogénitos y los que se ahogaron en el mar rojo, todos los que perdieron la vida en esa ocasión.
Luego sigue la narrativa de la partida de los israelitas (v.31-42).
Podríamos comprenderlo mejor a partir la nota litúrgica conclusiva: se resume todo lo ocurrido como una noche de vigilia del Señor (v.42). Dios estuvo despierto y el creyente hace lo mismo para celebrarlo.
Podemos notar el cambio radical del Faraón. De obstinado resulta como un niño que:
Uno. Parece comprender la razón de la salida de los israelitas de Egipto: “Id y dad culto al Señor según vuestro deseo” (12,31).
Dos. Admite sin límites todo lo que le piden (12,32). Se convierte en mediador de providencia de Dios para el pueblo humillado.
Tres. Invoca la bendición de los israelitas (12,32). ¡Increíble!
Es interesante el retrato que se hace del Faraón en este momento. No aparece como aquel que se consideraba Dios, sino uno que siente su vida en peligro y también la de sus servidores. El opresor siente necesidad de la bendición de sus oprimidos. Podría decirse que hay un giro radical, un revolcón. Si hubiera conocido a José no hubiera cometido estos errores, pero ya era tarde.
Son los mismos egipcios los que presionan para que el pueblo se vaya rápido. En este caso los israelitas hacen un desquite, en el sentido de que el Señor había previsto que partirían y el signo del apuro es que salen con el pan si que se termine de cocinar y después de haber despojado a los egipcios.
La partida es descrita con gran énfasis. Se habla de un número exorbitante, 600 mil. Lo que se trata de decir es que el pueblo en estos años ha crecido mucho. No olvidemos que bajaron de Israel a Egipto 70 y en 430 años se multiplicaron. Lo que se dice es que este pueblo en cuanto oprimido y humillado ha sido bendecido por Dios. El signo de ello es que ha crecido y se ha multiplicado según la bendición del Señor.
Luego una anotación sobre el tiempo. Este dato deja entender que el tiempo de esclavitud que se cierra no es para ponerlo entre paréntesis, como si Dios no hubiera esta ahí en la mala situación. Paradójicamente Dios paró de bendecir, de modo que, este punto de la acción libertadora de Dios que se vuelve memorial no se desconecta de lo anterior. No es un principio, sino un nuevo principio.
Por eso Ex 12,2 marca el tiempo de esta manera: “Este mes será el primero de los meses”. Aquí el tiempo inicia y está ligado a la acción de Dios. Una gran novedad toma impulso porque Dios ha intervenido. Sin duda todo esto una vez más se unen la dimensión narrativa y la dimensión litúrgica. El evento debe ser recordado y celebrado al mismo tiempo, esto es, actualizado.
2.4. Cuarto momento: Las prescripciones para los participantes en la pascua y su ejecución (12,43-51)
“12,43 El Señor dijo a Moisés y a Aarón: — Ésta es la ley de la Pascua: «Ningún extranjero podrá comerla. 44 Los siervos comprados con dinero serán circuncidados y sólo entonces podrán comerla. 45 El advenedizo y el mercenario no podrán comerla. 46 Se comerá en la misma casa, sin sacar fuera nada de carne; y no le quebraréis ningún hueso. 47 Toda la comunidad de Israel la celebrará. 48 Si un extranjero que vive entre vosotros quiere celebrar la Pascua del Señor, que se circuncide él y todo varón de su familia; después podrá acercarse a participar de ella. Será como un nativo (de la tierra). Pero ningún incircunciso podrá comerla. 49 La misma ley regirá para el nativo y para el extranjero que habita en medio de vosotros». 50 Así lo hicieron todos los hijos de Israel; como lo había ordenado el Señor a Moisés y a Aarón, así lo hicieron. 51 Aquel mismo día el Señor sacó de Egipto a los hijos de Israel a la manera de un ejército”.
Aquí un pequeño recuerdo cuando vivía en Jerusalén. Fue una locura, me fui a una sinagoga. Nos miraban extraño, era una sinagoga donde todos estaban con sus vestidos. Me preguntaron quién era. Pensé que me iban a echar. Se pusieron de acuerdo y me trataron con todo el honor de un huésped, excepto que no me dejaron comer la maza porque era un extranjero.
Estas anotaciones o rúbricas son hechas para un tiempo en que Israel estaba disperso en la diáspora, cuando vivía en medio de personas que no eran hebreas. Si Israel todavía no es absolutamente misionero porque hebreo se nace y cuando alguien quiere serlo debe pasar por todo un proceso de acercamiento que consiste en aprender a cumplir las leyes.
Estas indicaciones nos hablan de un momento en que Israel vive en la diáspora y está en contacto con otras culturas y tradiciones religiosas y necesita regular cómo participa una persona que no es de la comunidad. ¿Por qué? Porque es una celebración identitaria, define la identidad de una comunidad.
¿En nuestra tradición católica dónde está el bautisterio? Cerca de la puerta. Antiguamente los catecúmenos no podían entrar a la celebración completa, quedaban a un lado de la puerta. Se iban aproximando poco a poco hasta la mesa de la Eucaristía. Allá iban los que estaban preparados, los que estaban conscientes de lo que se celebraba. Es la doctrina del arcano.
Algo parecido ocurre aquí. Esta no es una reunión folclorista. Define la identidad de un grupo y por eso hay reglas para su participación. Se participa si se cumplen determinadas condiciones. El memorial da el fundamento de un grupo porque su celebración alimenta la cohesión de un grupo que encuentra su identidad en la actualización de su experiencia fundante.
2.5. Quinto momento: La consagración de los primogénitos (13,11-16)
13,1 El Señor habló a Moisés diciendo: 2 — Conságrame todo primogénito de los hijos de Israel. Todo lo que abre el seno materno tanto de hombres como de animales será para mí. (…) 3 ¶ Moisés dijo al pueblo: — Acordaos de este día en que salisteis de Egipto, de la casa de la esclavitud, pues el Señor os ha sacado de allí con mano fuerte. No comeréis pan fermentado. 4 Salís hoy mismo en el mes de Abib. 5 Cuando el Señor te haya introducido en la tierra de los cananeos, de los hititas, de los jeveos y de los jebuseos, la que había jurado a tus padres que te entregaría, tierra que mana leche y miel, celebrarás este rito en este mes: 6 Durante siete días comerás panes ácimos y el día séptimo será fiesta en honor del Señor. 7 Durante los siete días sólo se comerá pan ácimo y no se verá nada fermentado ni levadura en todo tu territorio. 8 Ese día lo transmitirás a tus hijos, diciendo: «Esto es por lo que me hizo el Señor cuando salí de Egipto». 9 Este rito será como señal en tu mano y como memorial ante tus ojos para que la ley del Señor esté en tu boca, porque con mano fuerte te sacó el Señor de Egipto . 10 Guardarás esta ley año tras año, en la fecha establecida. 11 Cuando el Señor te haya introducido en la tierra del cananeo, como te ha jurado a ti y a tus padres, y te la haya entregado, 12 ofrecerás al Señor todo primogénito; todo primer nacido de animales, si es macho, será para el Señor. 13 El primer nacido del asno lo rescatarás con un cordero; si no lo rescatas, lo desnucarás. Pero al primogénito del hombre entre tus hijos has de rescatarlo.
14 Y cuando el día de mañana tu hijo te pregunte: «¿Qué significa esto?», le responderás: «Con mano fuerte nos sacó el Señor de Egipto, de la casa de la esclavitud. 15 Como el Faraón se obstinó en no dejarnos salir, el Señor dio muerte a todos los primogénitos en Egipto, tanto de hombres como de animales. Por eso, yo ofrezco en sacrificio al Señor todo primer nacido macho, y rescato a todo primogénito de mis hijos. 16 Esto será como señal en tu mano y como recordatorio ante tus ojos; porque con mano fuerte nos sacó el Señor de Egipto”.
Aquí tenemos la consagración del primogénito, que luego se vuelve rito autónomo, independiente del ritual de Pascua. Jesús conocerá este rito, como narra Lucas.
Primogénito es aquel que abre el útero, el primero que sale de su vientre, representa la primicia de la vida. En eñ ámbito humano es el vehículo privilegiado de los derechos. Pensemos en el nombre, antiguamente se daba al hijo mayor el nombre del papá o del abuelo para indicar una continuidad, incluso una herencia. Es una cuestión cultural que está presente en diversos grupos humanos.
En nuestro relato vemos que la consagración incluía los frutos de la tierra y también los ganados. Hasta no hace mucho, en nuestras culturas campesinas en Colombia existía la costumbre de llevar a la Iglesia los frutos de la tierra, una canasta de frutas o de legumbres, que después se repartían entre los pobres.
El relato de Pascua termina, entonces, implantando la costumbre de ofrecer al Señor la primicia de la vida. Aquí vemos otra vez un trasplante de una costumbre cultural, como he visto ya con otros casos en el estudio del origen de la Pascua. El evento de la pascua tomar cuerpo a partir de costumbres previas que son resignificadas.
La resignificación proviene de la lectura del evento histórico: Dios hizo morir a los primogénitos de Egipto y los primogénitos de Israel le pertenecen al Señor. Estamos por tanto por tanto ante una especie de rescate que indica la pertenencia al Señor.
Sustancialmente, una vez más, se trata de una catequesis familiar que educa en el sentido de la vinculación del pueblo de Dios con el misterio de Dios.
3. Conclusión
Hemos insistido sobre tres puntos esenciales que conectan este relato. Concluyo con un repaso.
El primero es el memorial. Hemos visto cómo estos relatos están entretejidos con líneas claras y con un resultado complejo para elaborar un memorial, es decir, una celebración que revive. No se cuenta un hecho, sino que se revive. Es la presencia real y siempre vigente de Dios lo que se celebra.
Lo segundo es que esta celebración es identitaria, refuerza la identidad de un pueblo, de una comunidad. Es algo que Dios ha hecho y que le dice al pueblo que lo celebra que él 15 ha sido y sigue siendo hechura de Dios. Lo que es recibido es transmitido a la familia para que se sienta esa unidad diacrónica, lineal de generación en generación. No sólo es se una familia en sentido extendido, en cuanto abarca a las personas con las que hoy convivimos, sino que somos una unidad vital y dinámica con los que nos han precedido y con los que vendrán.
Lo tercero es que esta continua variación entre rúbrica y narración es la originalidad de este capítulo, donde se va pasando de un registro al otro con la intención evidente de insistir en esta necesidad, no de mirar al hecho sino de actualizar el evento.
Estas páginas son para nosotros los cristianos absolutamente fundamentales. ¿Por qué? Porque nos hacen volver a un fundamento, a una historia que nos pertenece, somos parte de este acontecer. No podemos entender a Jesús sin la pascua histórica de Israel con todo su significado.