Consagrar hasta lo último a la causa de Dios
“Corazón adorable del Hijo único de María, mi corazón se llena de gozo al comprobar que tienes más amor por esa amable Virgen que por todo cuanto ha sido creado, y que ella también te ama más que todas las criaturas juntas. Entrego mi corazón a ese amor mutuo del Hijo y de la Madre” (San Juan Eudes, “Llamas de amor”)
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