cuentos

El naúfrago

El único superviviente de un naufragio llegó a una isla deshabitada. Pidió fervientemente a Dios ser rescatado, y cada día divisaba el horizonte en busca de una ayuda que no llegaba. Cansado, optó por construirse una cabaña de madera para protegerse de los elementos y guardar sus pocas pertenencias.

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La voluntad de Dios

Una antigua leyenda noruega cuenta acerca de un hombre llamado Haakon, que cuidaba una ermita a la que acudía la gente a orar con mucha devoción. En esta ermita había una cruz muy antigua. Muchos acudían ahí para pedirle a Cristo algún milagro. Un día, el ermitaño Haakon quiso pedirle un favor, guiado por un sentimiento generoso. Se arrodilló ante la cruz y dijo: «Señor, quiero padecer por Ti. Déjame ocupar tu puesto. Quiero reemplazarte en la cruz». Y se quedó fijo con la mirada puesta en la efigie, como esperando la respuesta. El Señor abrió sus labios y habló... Sus palabras cayeron de lo alto, susurrantes y amonestadoras

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TOTAL ADHESIÓN Y SERVIDUMBRE

El misterioso y sublime camino por el cual es conducida un alma que es ungida y bautizada en el Espíritu Santo, lleva a un punto supremo, a un momento excepcional de la vida, que es la absoluta consagración de la existencia de Dios. Esta consagración tiene guardadas las proporciones, cierta lejana semejanza a la perfecta consagración que hizo la santísima humanidad de Jesús, al Verbo de Dios en el seno de María, por obra del Espíritu Santo.

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OH Dios, déjame encontrarte

¡Quiero amarte, Dios mío, pero no puedo amar al invisible! ¡Quiero oírte, Señor, pero no puedo besar al intocable! ¡Quiero abrazarte, pero no puedo abrazar al Incorpóreo! ¡Quiero contemplarte, pero no puedo contemplarte, pero no contemplar al totalmente espiritual!

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Respuesta a la búsqueda

Los hombres hemos estado siempre buscando ansiosamente a Dios. Desde el hombre primitivo, desde aquel ser antiquísimo, misterioso y doliente, que bajó de los árboles, que por primera vez tuvo conciencia de la vida y del abismo que lo rodeaba y del gran interrogante, siempre hemos querido, hemos buscado a ese Ser adorable, lejanísimo e inmensamente cercano.

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Buscar a Dios

Busquen al Señor mientras se le puede hallar. Invóquenlo mientras está cerca (Is 55, 6). El destino espiritual de todo hombre, más que su destino humano, depende de aprovechar la oportunidad. Hay ciertos momentos en que Dios nos habla. En que Dios nos invita de un modo decisivo. De aceptarlo o de rechazarlo en esos instantes depende el curso de nuestra vida espiritual.

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Nostalgia del cielo

Jesús subió a los cielos ante la mirada de centenares de judíos que no tenían nada de tontos y que después murieron diciendo: “No podemos callar; resucitó y subió a los cielos...”. Cristo subió a su Padre, después de su largo viaje por la Tierra, a donde vino con dos finalidades: adorar a su Padre y redimir al hombre.

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Dios lo hizo Señor

Decía san Pedro, en su primer discurso ante una multitud de judíos que lo escuchaban, después de la resurrección de Jesucristo: Sepa, pues, ciertamente toda la casa de Israel que a este Jesús a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Cristo (Hech 3, 12-15). Antiguamente la palabra “Señor” tenía un sentido profundo de señorío y de dominio absoluto. El emperador era el único señor. Se saludaba diciendo: “¡César es el Señor!”. Los cristianos decían por su parte: “No, Jesucristo es el único Señor”.

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