Lámparas para el camino

En El Minuto de Dios estamos tratando de guiar nuestra vida iluminados por diez lámparas de gran intensidad:

1. Amar: el amor es la fuerza que todo lo mueve. Como lo quiso Jesús, el amor es para nosotros el gran mandamiento. Debemos amar a Dios y al prójimo. A toda clase de personas, aún a aquellos que nos contradicen y nos atacan. De modo especial, amamos a los pobres, a los enfermos, a las personas vulnerables, y amamos a Colombia, nuestra Patria.

2. Orar y proclamar: nuestro objetivo principal es anunciar a Jesucristo con la fuerza del Espíritu Santo. Para lograrlo, necesitamos conocer la Palabra revelada y necesitamos orar. En nuestro trabajo, queremos estar siempre acompañados y protegidos por Dios. Queremos ser hombres y mujeres de fe. Los ateos, los escépticos, los incrédulos no encuentran en El Minuto de Dios su lugar apropiado.

3. Comprometernos: aunque nos falten la luz, el pan y el agua, nunca nos deben faltar los pobres. Pero no sólo como palabras hermosas, sino como metas de nuestra búsqueda y nuestro compromiso. Son nuestra opción preferencial: no únicamente como un tema de reflexión, sino como las manos que se nos tienden con la esperanza de que les demos las nuestras.

4. Servir: el padre García Herreros nos dijo: “Que nadie se quede sin servir”. Somos ministros del desarrollo integral. No queremos ser apáticos, sino activos y entusiastas constructores de un país nuevo a base de justicia, de libertad y de paz. Como Jesucristo, debemos estar para servir y no para ser servidos. Debemos ser artesanos de la verdad, a base de sencillez y de humildad.

5. Trabajar: el trabajo no es una maldición ni un castigo. Es la oportunidad que Dios nos brinda de colaborar en su obra creadora. Por eso no podemos escatimar esfuerzo ni desperdiciar el tiempo ni rehuir las posibilidades de empeñarnos, con lo que somos, sabemos y tenemos, en ayudar a los demás.

6. Colaborar: no vivimos solos en el mundo. Formamos parte de una sociedad y de una Iglesia y, además, nos integramos en una organización. En ellas nos consideramos hermanos y miembros de un gran equipo. Necesitamos también aliarnos con otras entidades que persigan objetivos parecidos a los nuestros.

7. Dar: El Minuto de Dios ha vivido de la generosa contribución de muchos amigos y del esfuerzo de sus empleados. Pero lo que hemos recibido no es para conservarlo, sino para entregarlo. Queremos ser generosos, queremos superar la codicia y el egoísmo. Queremos desapegarnos gratuitamente de lo que gratuitamente recibimos de Dios y de nuestros bienhechores.

8. Ser honrados: en El Minuto de Dios no hay lugar para la corrupción ni para las indelicadezas. No es posible que olvidemos el ejemplo de pulcritud y desprendimiento de nuestro fundador. No necesitamos de lujos ni de boato. Somos canales cristalinos que dejan pasar lo que les llega, sin retener lo que no nos pertenece.

9. Crear: estamos invitados a crear, a imaginar nuevos servicios a la Patria. Debemos roturar caminos nuevos, campos inexplorados. Debemos abrir puertas, tender puentes, lanzar iniciativas. Debemos investigar, sabiendo que siempre habrá respuestas diferentes y soluciones distintas. El Creador es nuestro Padre y nuestro modelo.

10. Ser alegres: con el gozo que da el deber cumplido, con la entusiasta esperanza que anhela la cosecha, con la ilusión de la Nueva Tierra y el Nuevo Cielo de que nos habla Dios. Es mayor la alegría en el que da que en el que recibe, y es grande la paz que se comunica a los demás con respeto y con urbanidad.

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