Alabar a Dios, para eso hemos sido creados…!

¡Qué todo viviente alabe al Señor!¡Aleluya! (Sal.150,6),

En la Renovación Carismática Católica hemos aprendido que entre todos los tipos de oración, la de alabanza es una de las más importantes, ya que es la oportunidad de reconocer todas las cualidades divinas que nuestro Dios y Señor posee, que al realizarla con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas, alcanzaremos de Él grandes bendiciones.

Esto supone una fuerte experiencia de intimidad con Dios, ya que al conocerlo, reconocemos en Él todos sus atributos, perfecciones y grandezas, que aunque nuestros labios los pueden pronunciar, no se alcanza a poder expresar en plenitud, todo lo que Dios significa para nuestras vidas, se desborda nuestra alma y nuestro espíritu en querer revelar todo lo que se siente y se vive interiormente, cuando se alaba y se bendice a Dios de forma sencilla pero con mucho amor.

En primera instancia, es una oración vocal, que exulta de gozo, que pretende a grandes voces, decirle a Dios, como lo percibimos, como estamos enamorados, como nos sentimos seducidos, como nuestra interioridad quiere manifestarle lo importante que es en nuestras vidas y como ha cambiado nuestra existencia, en la medida en que le hemos abierto las puertas de nuestro corazón, de nuestra alma y de nuestro espíritu.

Junto con esta oración, la alabanza puede realizarle por medio de la música, las voces y los instrumentos lograr ponerse de acuerdo para decirle: “Cuan bello eres, cuan maravilloso, cuan grande, etc.”, existen miles y miles de alabanzas musicales que también nos ayudan a tratar de ponernos a tono con el Rey de Reyes y Señor de Señores, cantando sus cualidades divinas y exaltándole, dándole la Gloria, el Honor y la Majestad, que Él y solo Él se merecen.

También a través de nuestro cuerpo podemos manifestarle todo lo que Él representa para nosotros, cada gesto, cada movimiento, guiado y orientado por el Espíritu Santo, permite por medio de la danza, hacer esto posible, transmitir la Presencia y la gracia de Dios a los hermanos, es una bendición que solo proviene de su inmenso Amor y Bondad para con quienes tienen ese carisma.

La alabanza también nos debe dar la posibilidad de aprender a reconocer en el hermano, todas las cualidades, habilidades y fortalezas que Dios les ha regalado, todo en su justa medida, pero es fundamental en nuestras relaciones poder elogiar y dar un merecido reconocimiento a cada uno por lo bueno que hay en él, porque toda cosa buena que encontramos en los hermanos, es porque Dios la ha puesto en sus vidas. Alaba a Dios de corazón y bendice a tu hermano, solo así podrás caminar hacia una verdadera vida en Cristo Jesús!

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